domingo, 27 de mayo de 2012

Nota Morelliana

Dicen que Morelli es el álter ego de Cortázar, que a través de él muestra su idea de hacer literatura, aunque para sus lectores es simplemente un escritor más citado en Rayuela. En todo caso es un escritor bárbaro, no me sorprendería que realmente fuera creación de Cortázar. Hay un capítulo de Morelli en especial que merece ser mirado a fondo, y digo en especial porque lo cierto es que todos requieren un análisis. Sin embargo, en el capítulo 112 se habla de la repulsión por el lenguaje literario. Cosas como "Ramón emprendió el descenso" en vez de "Ramón empezó a bajar". Lenguaje literario versus lenguaje cotidiano.

El lenguaje humano es al mismo tiempo una cualidad y una carga, es algo tan básico como un medio de comunicación y algo tan complejo como para ser tema de debate o disciplina de estudio en todos los niveles educativos. Todos los días nos enfrentamos a este dilema, y sí, básicamente para lo único que sirve es para comunicarnos, aunque muchos filósofos argumenten que en efecto la palabra es la creación en su más profundo significado, el Verbo eterno, Jesús es verbo no sustantivo, la palabra de Dios, Génesis 1 dijo Dios: "haya luz", y hubo luz, Dios llamó a la luz "día" y a las tinieblas "noche", entonces Atardeció y Amaneció: fue el día primero. Y volvemos al debate, el huevo o la gallina.



Lo cierto es que sin tener la necesidad de detenernos a pensar en esto lo hacemos constantemente (o por lo menos eso espero, ya sé, yo espero demasiado de mi especie). Pero acepto que el lenguaje cotidiano nos envuelve porque quizá no necesitaríamos acudir a un lenguaje literario, de hecho no todos lo necesitamos, pero cuando Morelli nos recuerda que existe "Ramón emprendió el descenso" nos empieza a fastidiar ese "Ramón empezó a bajar", en el caso de Cortázar es al contrario aunque reconoce que está destinado a vivir en función de la primera forma.


"Emprender el descenso no tiene nada de malo como no sea su facilidad; pero empezar a bajar es exactamente lo mismo salvo que más crudo, prosaico (es decir mero vehículo de información), mientras que la otra forma parece ya combinar lo útil con lo agradable".

En últimas todo se reduce a usos decorativos, como decir marketing en vez de mercadeo o O.K. en vez de De acuerdo, ¿alguien sabe por qué o.k. es o.k.? asuntos semánticos-estéticos. Y de acuerdo con esta deducción el lenguaje literario viene por añadidura, es decir, la profesión del escritor sobra, aunque como ya dije, muchos afirman que la Palabra es la creación. Como diría mi papá "la literatura es vida y la vida misma es literatura". De seguir con este análisis, que básicamente es como clavarme el puñal yo mismo, llegaría a la conclusión de que la literatura no tiene sentido y por ende mi vida, lo cual es una lástima. Si esta repulsión a la retórica vale la pena, entonces la vida vale la pena, o en palabras de Cortázar, perdón de Morelli, detrás de esa pobreza deliberada, detrás de ese "empezar a bajar" que sustituye a "emprender el descenso", entreveo algo que me alienta.
"Cuántas palabras, cuántas nomenclaturas para un mismo desconcierto. A veces me convenzo de que la estupidez se llama triángulo, de que ocho por ocho es la locura o un perro"

Para mi esto no es más que un autodescubrimiento-estético, una excusa metafísica. Para muchos es una pérdida de tiempo, así que mejor me pongo a hacer el trabajo sobre marketing de las vinagretas, pero lo puedo hacer en paz sabiendo que cada enamorado le da sentido a esta hora perdida cuando dice "no hay palabras que puedan explicar lo que siento por ti". Y como estoy absolutamente seguro de que este blog lo leen a lo sumo cinco personas (incluyendo a mi mamá y mi hermana), un número ojalá astronómicamente inferior a los lectores de Rayuela, me puedo ir a dormir tranquilo esta noche sabiendo que para la mayoría del mundo emprender el descenso y empezar a bajar seguirán siendo exactamente lo mismo