viernes, 24 de febrero de 2012

Mitos y verdades sobre el yoga

Cuando a uno le hablan de yoga uno se imagina una persona sentada con las piernas cruzadas diciendo ommm. Pero ciertamente es mucho más que eso. La experiencia del yoga nos invita a ser integrales, a encontrar nuestro propio punto de equilibrio entre las diferentes dimensiones del ser, con el objetivo de llevar una vida cotidiana sana y tranquila. En efecto, el yoga busca la unión de lo humano, lo físico, con lo divino, lo trascendente: el ser. Particularmente el hatha yoga se basa en la dualidad de la existencia como una convergencia entre las fuerzas del sol y la luna, es decir, la ejercitación y el cuidado del cuerpo y el entendimiento de nuestras dimensiones espiritual, sensorial y emocional, asociadas con la capacidad mental y racional del ser humano. Por ende, el hatha yoga debe ser abordado como un concepto filosófico que integra doctrinas milenarias, y del cual existen diversas corrientes que se fundamentan en la práctica de posturas corporales, llamadas āsanas, cuyo propósito es lograr que el cuerpo esté apto para la meditación.

El yoga como disciplina surgió en la India, puesto que esta cultura le da gran importancia al ejercicio físico como promotor de la salud y la calidad de vida del individuo, y a la meditación como mecanismo de reflexión y autoconocimiento, pues considera que el ser humano debe ser integral para alcanzar el bienestar tanto en la vida como después de la muerte.

La práctica del yoga nos deja una contribución importante, y es lograr interpretar el mundo y la corporalidad de una manera más espiritual y libre. El objetivo principal del yoga es la sensibilización del individuo de los patrones de su mente, lo cual se logra a través de posturas, estiramientos musculares, prácticas de respiración, relajación profunda y técnicas de concentración. De esta manera, puede ser una poderosa herramienta a través del cual nos encontramos con nuestra vida interior y empezamos a entender su efecto en nuestra experiencia corporal. El yoga es conceptualizado por tres disciplinas: la sociología, la neurociencia y la psicología. Ser consciente de cómo y cuándo estas disciplinas divergentes influyen en esta práctica, contribuye significativamente a la comprensión de mis propias limitaciones y fortalezas, pues la manera en que usamos nuestro cuerpo refleja lo que pensamos, lo que sentimos y lo que hacemos.

Los investigadores han demostrado que el yoga reduce los niveles de cortisol, lo que resulta en una mejor salud y un pensamiento más claro. Quizás lo más importante, el yoga no tiene respuestas, pero es un método de indagación. Pensar a través del cuerpo puede ayudar al individuo a estar polo a tierra en el momento presente y escuchar al cuerpo, incluso cuando lo que necesita ser escuchado es profundamente difícil. La filosofía del yoga me recuerda que no es necesario resolver todos los conflictos, sino crear un contexto, en el cual las ideas en conflicto y las posiciones son invitadas a jugar, a no saber.

Por otro lado, los ejercicios del hatha yoga ayudan a adquirir una gran flexibilidad, especialmente en las posturas asociadas con la columna vertebral, lo cual tiene un impacto positivo en la mejora de las variables psicológicas y fisiológicas relacionadas con el desempeño y el desarrollo de nuevas destrezas y la estimulación de las actividades deportivas en general. Ello implica disciplina. Reconocer cada logro obtenido, realizar una postura que antes no podíamos hacer, disminuir el ritmo cardíaco, ser más conscientes de la relajación, y todas esas pequeñas cosas que con paciencia aprendemos a identificar durante la práctica del yoga, son piezas de un rompecabezas que poco a poco vamos armando a medida que nos adaptamos al espacio.

Sin embargo, lo realmente importante no es el escenario donde nos encontramos a la hora de practicar yoga, sino la manera como lo percibimos y lo interiorizamos. Sentir de manera armónica el espacio donde nos encontramos en el momento presente y establecer una conexión con éste, así como con los objetos, las personas, los animales y demás elementos que lo conforman, permite que con el tiempo, esta misma armonía se traslade a otros ámbitos de nuestra vida, haciéndola mucho más agradable y fácil de llevar, además de mejorar nuestras relaciones interpersonales.

Entrar en el mundo del yoga nos cambia la vida. Es la oportunidad de encontrarnos a nosotros mismos, de adquirir una sensibilidad corporal y espiritual que nos permite percibir nuestro cuerpo y alma de una manera que antes no conocíamos. Es aprender a respirar y pensar a través del cuerpo y a conectarlo con el cosmos. El yoga sin duda es una práctica integral, que forma individuos sanos de cuerpo, mente y espíritu. Lograr encontrar un punto de equilibrio entre estas tres dimensiones y canalizar nuestras acciones y pensamientos en la dirección apropiada, definitivamente nos hace mejores seres humanos.

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